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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

La gestión de Dezza y Pittau

Desde el inicio de su gestión como delegado interventor, el Padre Dezza tranquilizó los ánimos de la Compañía. No habría “intervenciones extraordinarias ni destituciones de los cargos ya confiados”. Escribiendo a toda la Compañía agradecía al P. Arrupe su ejemplo, a sus asistentes, la ayuda prestada. Dejaba clara su misión: «reanudar el interrumpido diálogo entre el papa y el general, haciendo de modo que la Compañía sepa acoger sus deseos y, a través de la Congregación General, vuelva al régimen normal».

Dezza, de la vieja guardia, tenía sus reservas sobre la manera de gobernar de Arrupe, pero con una estima sincera de su calidad humana y espiritual.

Los delegados Dezza y Pittau dieron tres pasos cruciales para volver al gobierno normal de la Compañía: visitaban frecuentemente al papa para contarle de sus labores y segundo, darle “una visión más equilibrada de la vida de la orden”. Así contrarrestaban los reportes negativos que llegan a la mesa pontificia. Tercero, “tras un fatigoso tira y afloja” alcanzaron del papa su autorización para reunir a todos los provinciales jesuitas en Roma del 23 de febrero al 3 de marzo de 1982.

El 31 de diciembre, 1981 Juan Pablo II visitó a Arrupe, el cual, “en una mezcolanza de lenguas” le expresó lo que [hacía] rato quería manifestarle: «Santo Padre, le renuevo mi obediencia y la obediencia de toda la Compañía de Jesús». El papa visitó a otros enfermos, cenó con los jesuitas y luego volvió a visitar al P. Arrupe “cada vez más conmovido”.

En sus visitas a Juan Pablo II, Dezza deja claro que la Compañía no es una pandilla de revoltosos, «Más de la mitad de la Compañía, le explica al papa, vive hoy entre los más pobres de la tierra, y desde ahí es de donde renacerá la orden. Somos un cuerpo sano, aunque con muchos problemas». El encuentro con los provinciales (23 febrero – 3 de marzo) apunta a cuatro objetivos: que la Compañía capte la gravedad del momento y cierre filas evitando las recriminaciones y las polémicas inútiles, segundo, aclarar qué ha ocurrido, tercero, informar claramente a los provinciales lo que el papa espera de ellos y finalmente, juntos discernir la carta de ruta para salir de esta difícil situación (Gianni La Bella, 2019, Los jesuitas del Vaticano II al papa Francisco).

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